lunes, 29 de septiembre de 2008

La peor imagen de mi vida

Hasta el sábado anterior yo no había pensado ni analizado alguna vez si tenía en mi mente una imagen que no quisiera recordar, que anhelara su desaparición, que no quedara rastro alguno.

Porque, sin duda, he tenido malas experiencias a lo largo de mis 29 años y casi 10 meses de vida. He estado en varios funerales de personas muy queridas, las he visto en el ataúd, pero no me impactaron tanto como para que esas imágenes se quedaran como tatuajes en mi mente.

Este mismo año pasé momentos amargos con el infarto cerebral que sufrió mi papá. Estuve con él en el momento más crítico, cuando tuve que llevarlo al hospital, cuando no le respondía su costado derecho, cuando él quería tocarse la cara y no la encontraba, cuando no podía hablar bien, etcétera. Sin embargo, tampoco me dejó marcado, por muy mal que haya estado.

Cuando tenía siete años de edad viví un accidente en carretera con mis padres y mis abuelos maternos, mismo en el que yo salí volando y que me dejó una cicatriz de tamaño importante en la pierna izquierda. Si bien es algo que me viene fácil a la cabeza claramente, tampoco puedo decir que el hecho de recordarlo me ponga mal.

El hecho de tener a mi hijo en el hospital a los pocos meses de nacido también fue algo muy duro. Ver cómo le costaba trabajo respirar y que se ahogaba a cada rato, más el tratamiento con base en nebulizaciones para estabilizarlo, me causó mucho dolor, pero la imagen no se me impregnó como para causarme estupor.

Hacia el final del año pasado me anduvieron paseando en un taxi sin que yo lo pidiera. Fue asalto y minisecuestro, con pistola y todo de por medio. Por supuesto me asusté y lo pasé muy mal, aunque tampoco lo tengo registrado ni clasificado como la peor imagen que exista en el cerebro.

Cosas malas han pasado en mi vida o alrededor de ella. Ah, pero llegó el día en que una situación desagradable se quedara para siempre en mi mente. Algo que veo continuamente al cerrar los ojos y que me hace estremecer. De verdad que al momento se me fue el alma, me puse a gritar como loco por la desesperación que me invadió.

Sé que es pronto para decir que nunca se me va a olvidar y que me pondrá la piel de gallina cada vez que lo tenga presente, pero es que en serio fue horrible, espantoso, escalofriante. Ahorita mismo siento re’feo.

Nunca pensé, porque además ni siquiera había reparado alguna vez en ello, cuánto podía afectarme algún recuerdo, pero ahora lo tengo muy claro: ya existe la peor imagen de mi vida, y espero que ya ninguna la supere porque, insisto, se siente bien gacho.

1 comentario:

Livier dijo...

Lo siento, pero yo no puedo garantizar que no volverá a pasar ni que nada la superará, lo único que sé es que te entiendo.

TE AMO