viernes, 15 de octubre de 2010

Los mitos que ahora me rodean

Cuando nos enfrentamos a lo desconocido y hay una personita de por medio, lo mejor que podría pasar es tener a nuestro lado a las personas más sabías para guiarnos en el camino, pero ¿qué pasa cuando más que aportar conocimientos parece que te están contando chistes?


Está bien que soy primeriza y podría sucumbir ante las graciosas verdades que me comparten las madres que me rodean, pero ha sido más difícil tratar de entender de dónde salieron tantos mitos en torno al embarazo que ya hasta siento que la doctora se hartará de mí con tantas preguntas.


A 24 semanas de embarazo, creo que ya lo escuché todo y aquí les comparto un poco de esto que no creo y no creeré, para que si me estoy equivocando alguien me quite la venda de los ojos y si no es así por lo menos rían un poco como yo.


Para antes de parir:


-El primer mito dice que sólo y sólo te embarazas si el hombre quiere. O sea, no importa nada, la mente del hombre es tan poderosa que si no quiere un hijo no lo tendrá. Pa’ mí que muchos quisieran que fuera cierto.


-Mi madre, tan linda ella, jura y perjura que ya sabía que yo estaba embarazada, se enteró antes que nosotros porque eso se te ve en la cara, lo chistoso es que ella lo notó cuando yo tenía dos días de embarazo.


-En la predicción del sexo del bebé hay para echar para arriba, como que si tienes antojos dulces es niña, si tienes antojos salados es niño, que si la panza está muy arriba es niño, pero si está hacia abajo y te ensanchas es niña.


Las señoras más sabías te piden las manos, si les das las palmas hacía arriba es niña, si es al revés es niño, y la explicación es tan actual que no deja lugar la duda: las niñas-mujeres están para recibir, mientras que los niños-hombres están para dar.


Y como no es suficiente con la sabiduría de las mujeres mayores, ahí están los niños que saben predecir y perfectamente te dejan ver qué esperas, porque si una niña te rechaza es porque tu bebé es niña, creo que por aquello de que mujeres juntas ni difuntas. Lo mismo cuando un niño te hace cara de fuchi es porque está celoso del niño que traes cargando.


Aquí lo bueno es que hay uno que se lleva las palmas, proviene de una señora que no sólo es conocedora, sino que es tan sincera que sin empacho anda por la vida diciendo: ‘cuando traemos niña nos ponemos gordas y feas’. Afortunadamente no ha llegado a ese nivel de confianza conmigo, ¿o será que traigo niño?.


-Por supuesto Sergio no se queda afuera, porque le preguntan si ha tenido antojos o mucho sueño, y es que cuando la mujer anda muy campante el que sufre los síntomas es el papá.


-Uno los que más risa me han causado es el que me dijo el señor que me corta el pelo, no sólo por ser hombre, sino porque lo dijo tan seguro siendo él un experto en cabelleras: ‘a partir de que el bebé se chupa la mano (no importa si es adentro o afuera) a la mamá se le empieza a caer el pelo’.


-Y finalmente, lo que más me quitó el sueño es lo que aseguran en la familia de Sergio que han tenido que abandonar sus zapatos de no mamá, porque en el primer embarazo crece el pie medio número, y una que otra repitió la hazaña por cada hijo. Me pregunto qué será de las pobres patonas que tuvieron diez o más hijos.


Para después de parir:


-Que si quieres que te salga harta leche debes tomar cerveza, pero si no quieres emborrachar al hijo habrá que echarse litros y litros de atole. (Lo malo es que mi mamá sí se cree esta).


-Ya en esto de la amamantada, ni pensar llegar a prisa y acalorada para alimentar al chamaco, porque como a la portadora de la leche le dio el sol ya se le cortó, tons primero hay que desechar la mala y que el niño espere.


-Para que no le hagan mal de ojo hay que ponerle un ojo de procedencia desconocida para mí y entonces más dudosa, ya sea en pulsera o en la bolsa, pa’ que no se ponga chillón. Ah, eso sí, si alguien se le queda viendo al bebé lo mejor será, si no hay ojo que lo proteja, que lo toque el mirón.


-Prohibido dejar que se chupe el dedo o la mano completa, porque es motivo suficiente para cambiar la genética y provocar que los dientes le salgan chuecos. (Luego les paso una foto con mi bella sonrisa pa’ que vean que no es cierto).


-Y como para todo hay ventajistas, no faltó el mito que se lleva las palmas: ‘si le da hipo hay que ponerle un hilo rojo en la frente y se le quita’. Aquí de plano no tengo comentario alguno.


Hasta aquí con este recuento que tal vez sea la muestra de que soy una incrédula, pero estoy casi segura de que no. 

jueves, 7 de octubre de 2010

¿Cuál México?

Decir ‘México’ se ha vuelto un lugar común, y eso sí me encabrona. Es que esa costumbre que tienen muchos cantantes, actores, actrices, deportistas, políticos, conductores, periodistas y toda clase de individuos públicos de referirse a ‘México’ para cualquier cosa, me parece que ha devaluado demasiado el propio concepto de la simple palabra.

“Gracias México”, es una frase tan burda y trillada que expresa prácticamente todo grupo musical, cantante o engendro que se sube a un escenario a entonar alguna canción de cualquier recinto en este país, y lo peor es que el público que está presente lo celebra como si fuera un hecho genuino.

Desde U2, pasando por Paul Mccartney, Rolling Stones, Los Tigres del Norte, Luis Miguel, Vicente Fernández, Alejandro Fernández, Héroes del Silencio, RBD, Arjona, Madonna, Juan Gabriel, Paulina Rubio, Timbiriche, Parchis, Miguel Bosé, Soda Stereo, La Banda El Recodo, La Arrolladora Banda Limón, Lupita D’Alessio, (o como se escriba), OV7, Microchips, Los del Río, Los Joao, o cualquiera otro grupo o solista que se les ocurra ha recurrido a esa terrible fórmula para echarse a la gente a la bolsa. Y perdón que haya metido al mismo costal a seres tan disímbolos, porque obviamente ni me constan todos los casos, pero me corto uno si estoy equivocado.

¿Qué le agradecen a México? Como si alguien que se presenta en el Foro Sol estuviera ahí porque los indígenas tarahumaras hubieran comprado todos sus discos y pagado un paquete para ir a su concierto. O como si el dueño de un local de telas en el centro de cualquier ciudad de la República hubiera intervenido para que se concretara el recital. Pues No. Entonces, ¿a quién le agradecen? Pudiéndose dirigir única y exclusivamente a la gente que está presente, no, es mejor caer en el maldito lugar común.

O qué tal cuando un deportista sale a competir a un evento internacional y se para el cuello diciendo que “va por México”, o que “dará todo por México”, o que “no quiere defraudar a México”, o que “pondrá en alto a México”. Que no mamen, si acaso va en representación de su especialidad, por ejemplo del automovilismo mexicano. Mejor que no digan jaladas esos deportistas, porque ni modo que vayan en representación de los damnificados por los Huracanes, ni al caso.

Y ahí por supuesto que también entran los periodistas, comunicadores, conductores, y anexos. Pues también eso de poner o decir en las notas que “México ganó el Mundial Sub 17” no tiene sentido. En todo caso el equipo mexicano Sub 17 ganó el Mundial, porque ni el Presidente Espurio, ni el Legítimo, ni nadie más jugó para obtener ese título.

Desde luego que los políticos también caen en el patético lugar común de hablar de México como si fuera un todo. “México necesita un cambio”, insisten en vender algunos, como si los ricos de este país necesitaran un cambio, cuando tienen todas las ventajas para seguirse metiendo montones de billetes. En todo caso los jodidos son los que requieren un cambio, necesitan educación y empleo. O como si los narcos y todo tipo de infelices metidos en la delincuencia organizada quisieran un cambio, si andan bien a gusto.

Y todos éstos son sólo ejemplos de lo fácil que se nos hace decir México para referirnos cualquier estupidez, y eso sí que me enoja. El otro día mi madre estaba viendo una entrevista televisiva a la encueratriz Olivia Collins, y la señora entrevistada se aventó la puntada de comentar que en su regreso a esta querida tierra nación “México la recibió con los brazos abiertos”. Ay no mames, seguro que la gente que acaba de sufrir el paso del Huracán Karl y está que se la lleva la fregada por las inundaciones se enteró de su vuelta a la farándula y dijo “sí, ya perdí todo lo que tenía, pero bienvenida Olivia”. Chale.

Gracias México, ojalá que haya gustado esta entrega. Jajajaja.

viernes, 1 de octubre de 2010

09449

Si hay algo que debo admitir para hacer públicas estas fotografías es que soy una naca. Sé que no se ve tan mal andar detrás de personajes famosos para tomarse una foto con ellos o conseguir un autógrafo, para que conste que se estuvo cerca de ellos y poder presumir, pero yo tenía que ir más allá, al nivel no aceptado en la persecución de estos seres.


Primero fue Carlos Hermosillo, al que encontré en el pasado Abierto Mexicano de Tenis, justo cuando el desfile de modas había comenzado, el lugar estaba lleno porque se jugaban las finales y era el momento de farolear en tan nice evento deportivo. Ah, por qué yo no habría de naquear rodeada de la gente bien.


Lo malo fue cuando no pude resistirme y terminé acosando al pobre Finito López en una fiesta de gente que no conocía. Eran las bodas de oro de unos familiares del papá de Sergio, o sea, ¿así o más desconocidos?


Nunca los había visto, no recordaba ni sus nombres un minuto después de estrechar sus manos, pero claro que me dio emoción enterarme de que el ex boxeador estaría ahí, me ilusionaba verlo y según yo tenía clarísimo que debía respetar su espacio y nomás saludarlo, ni pensaba acosarlo con preguntas tontas.

Ah, pues a media fiesta ya quería una foto, poco me importó ver al pobre hombre sin poder comer, beber, platicar con su esposa, dejar de sonreír para las múltiples fotos, simplemente sin disfrutar la fiesta, yo conseguí al fotógrafo y aunque tardé en decidirme a pedírsela, saqué a relucir mi código postal.

¡Lo bueno es que no me arrepiento y ya puedo presumirla!